martes, 4 de junio de 2019

Reunión de buques de guerra en Barcelona durante la Exposición Universal de 1888



Revista de la reina regente, María Cristina de Austria, a las escuadras reunidas en el puerto de Barcelona con motivo la Exposición Universal. (Óleo sobre lienzo, Antonio de Caula y Concejo. Senado de España).


Durante las tres semanas de estancia de la familia real en Barcelona con motivo de la Exposición Universal de 1888, una multitud de buques de guerra nacionales y extranjeros —de Francia, Inglaterra, Italia, Rusia, Alemania, Austria, Portugal, Holanda y Estados Unidos— permanecieron en el puerto de la ciudad.

Visita de la reina regente a la Escuadra española el 18 de mayo de 1888; vista tomada al pasar la falúa real por delante del crucero Castilla (dibujo de Comba). La Ilustración Española y Americana, 8 de junio 1888. P. 357.


Semejante reunión de barcos y escuadras debió constituir entonces el espectáculo más grandiosos de la Ciudad Condal, sobre todo durante las diversas visitas que les hizo la reina Maria Cristina, en las que había profusión de banderas y gallardetes izados en su honor; millares de marineros en uniforme de gala, perfectamente formados sobre las vergas, dando ¡vivas! a la reina; y salvas de 21 cañonazos cada vez que llegaba a un barco y cada vez que lo dejaba —salvas siempre contestadas por todos los demás buques con el mismo número de disparos—. Miles de cañonazos, cuya humareda y estruendo eran de tal calibre que en varios momentos parecía, según las crónicas de prensa, que fueran

Visita de la reina regente a la Escuadra española la tarde del 19 de mayo de 1888
(dibujo de J. Serra Pausas) La Ilustración ibérica (Barcelona. 1883). 16/6/1888. P. 5.


verdaderas batallas navales. Solo el día 18 de Mayo se dispararon 4032 cañonazos. Tantos fueron, que el Duque de Edimburgo, en un banquete a los jefes de las escuadras extranjeras en el que Sagasta brindó por la paz, llegó a decir a la Reina que las escuadras habían gastado toda su pólvora en saludarla, por lo que la paz de Europa estaba asegurada (La Ilustración española y americana. 30/5/1888. P. 2, col. 1).



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