jueves, 6 de junio de 2019

Lorca nació un cinco de junio


Lorca con los hijos de unos amigos, en el mirador del Yumurí, Matanzas.
(Los papeles inesperados; archivo de José María Chacón y Calvo, Universidad de Miami).


Durante su estancia en Cuba en 1930, Federico García Lorca dijo que lo más bello de toda la isla son los niños negros (Epistolario: 1102).

En recuerdo suyo se reproduce aquí parte de un artículo de prensa publicado en Matanzas en 1859, que defiende el trabajo en la infancia, como iniciación de los niños al mundo laboral.


Un Paseo por Bachicha


”A las seis de la  tarde nos dirigimos varios amigos hacia las afueras de la ciudad /.../ llegamos a la choza de un virtuoso artesano, hijo de Matanzas /.../ padre de una familia compuesta de cinco niños, de los cuales dos solamente pertenecen al sexo fuerte. El mayor de sus hijos, que es una niña, cuenta nueve años y cuatro el más pequeño. Acostumbrado al trabajo corporal desde su primera juventud y deseando inculcar en sus hijos con su ejemplo y con la práctica la misma saludable costumbre, origen de tanto bien para cada individuo como para la sociedad en general, inventó una máquina ingeniosa y sencilla y estableció una industria en que trabajaba toda la familia durante las horas desocupadas del día.

No soy partidario del cruel sistema que prescribe el trabajo de los niños durante largas horas; no, tengo por cuasi delito debilitar la parte física del infante impidiendo que se desarrolle libremente y por crimen privarle de la enseñanza moral e intelectual; pero creo conveniente, creo parte esencial de su educación, sobre todo si pertenece a la clase pobre, que se acostumbre desde sus tiernos años al trabajo.


En el Mirador de Yumuri, “Lydia y Orlando. Amigos de la gran negra Melitina Rendón
(Los papeles inesperados; archivo de José María Chacón y Calvo, Universidad de Miami).


La máquina de que venimos hablando, que se mueve con un caballo, sirve para aserrar la madera, cepillarla y prepararla de un todo para hacer con ella esas pequeñas cajas cilíndricas en que se expende pasta de guayaba y que usan también como recipientes de sus pomadas las boticas. Un niño de cinco años sentado y sin el menor peligro hace andar el caballo, el padre prepara la madera, y la más joven de sus niñas recoge las tablas y las virutas con que se confeccionan las cajas, mientras que los otros tres niños fabrican estas con tal rapidez que suelen entregar 500 al día, trabajando cuando más seis horas.

La vista de aquella inocente y juvenil familia empleada en tal industria despertó en nosotros multitud de reflexiones, dulces unas como la esperanza, tristes otras y sombrías como los oscuros cuartos en que viven apiñados los miembros de otras familias pobres. En efecto, aquellas graciosas niñas que emplean el día ora en el estudio, ora en las labores de su sexo, ora en aquella pequeña industria, serán corriendo el tiempo madres de familia cuyos hijos trabajadores y honrados vivirán felices y con holgura; y los hermanos de esas niñas, ¿qué han de ser sino copias de su buen padre? ¡Oh! si toda nuestra clase pobre se educara así! Si tantas niñas que pierden su tiempo en la ociosidad y el abandono, que serán luego frívolas, ignorantes e inútiles y que arrastraran ¡Dios no lo quiera! una vida miserable y desgraciada; si todas ellas se acostumbraran también al trabajo cuánto mejoraría la condición del pueblo!


Lorca con unos niños cubanos (Los papeles inesperados; archivo de José María Chacón y Calvo, Universidad de Miami).


La noche se nos vino encima y volvimos al centro de la ciudad, haciéndonos lenguas de la previsión de aquel buen padre".

En la actualidad, cerca de siglo y medio después de haber sido publicado este artículo, trabajan todavía más de 150 millones de niños en el Mundo.



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