martes, 23 de abril de 2019

El "tompion" del Texas


Tompion* de cañón de 305 mm. del acorazado Texas, con registro de sus intervenciones en la guerra con España. Foto de Edward H. Hart (detalle), c.1900. Librería del Congreso de los Estados Unidos de América.

*Tapón de cañón, en inglés americano, o también tampion o, más a menudo, para los marineros, tompkin.1



Una de las muchas maneras en que los americanos celebraron su victoria en la Guerra de Cuba, fue con los tapones conmemorativos que se hicieron para los cañones de grueso calibre del acorazado Texas, que mostraban los nombres de los buques y lugares que bombardeó, grabados como si fueran los rayos de la estrella que adornaba el centro del tompion —la Estrella solitaria de Texas—. Tales nombres eran, en orden horario: Vizcaya; Reina Mercedes; La Socapa; Cristóbal Colón; [Almirante] Oquendo; Santiago de Cuba; Guantánamo; Furor y Plutón; Cabañas; e [Infanta] María Teresa. Estos tapones
fueron fundidos con metal procedente de los restos del crucero Vizcaya.


Torreta de popa de cañón de 330 mm. en la cubierta de estribor del Texas, en el astillero Brooklyn, de Nueva York, c. 1903. Foto de autor desconocido (detalle). Librería del Congreso de los Estados Unidos de América.


Tales méritos de combate le sirvieron para redimir la fama que tenía de ser un barco gafe y desafortunado, porque dos años antes, cuando estaba amarrado en el astillero de Nueva York para unas reparaciones, se le rompió una pipa de agua y la inundación fue pasando de una sección a otra por filtraciones de las puertas estancas y por los tubos de voz y orificios del tendido eléctrico, hasta que poco a poco, ante el estupor general, el barco se acomodó en el fondo de aguas poco profundas. A partir de entonces muchos le llamaron Old Hoodoo —el viejo hechicero—.

Pero esa fama de cenizo se olvidó con su participación en la Batalla de Santiago de Cuba, aunque hubiera sido frente a un enemigo muy inferior.  Además, el Texas fue el primero que vio salir a la escuadra española y el primero en lanzarse sobre ella a toda máquina, mientras izaba banderas de colores con señales para su flota. Fue así, tras su bautizo de fuego, que ya pudo lucir con desenfado y sin traba alguna el patriótico escudo de su mascarón y la hermosa estrella tejana de sus amuras, entre volutas de acanto.



Mascarón del acorazado Texas. Foto de Edward H. Hart, c.1900 (detalle); Librería del Congreso de los Estados Unidos de América.



Este buque fue construido durante la primera época de los barcos de acero y vapor, en la que hubo una desconcertante variedad de nuevos diseños, que supuso un reto considerable para la construcción naval norteamericana. El Texas era el primer acorazado que se hacía en Estados Unidos, con el que la Marina trató de asegurar su salida del estado de decaimiento tecnológico en el que se encontraba después de la Guerra de Secesión, para convertirse en la que habría de ser la futura potencia naval dominante del hemisferio occidental. Su construcción marcó el comienzo de una nueva marina -la New Navy-  y fue un punto de inflexión en el desarrollo naval norteamericano.2

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