Según Covarrubias (1611), «el nombre de coco se le dieron los españoles» a la fruta de ciertas palmeras por el parecido que vieron entre los tres agujeros de su segunda cáscara —como si fueran ojos y boca— y el gesto que pone la mona cuando da a entender que está enfadada «y haze un sonido en la garganta, de Ko, Ko».
Gibón de manos blancas con la boca abierta (Miami Metro Zoo).
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