miércoles, 27 de octubre de 2021

¿Irradian luz los ojos de los gatos?


Puente del Rey, desde Alexanderplatz, Berlín; grabado en acero, 1833.


                En el desarrollo de la fisiología sensorial, fue de gran importancia durante los años veinte del siglo XIX, el gran debate de prensa que se produjo en Alemania en torno a una polémica causa judicial sobre una agresión. El caso fue que un destacado ciudadano había sido atacado y golpeado de noche por un enemigo político, al que luego demandó por lesiones. En la causa, el juez preguntó al demandante que cómo pudo saber que fue el acusado quien le atacó, si la noche de los hechos, según había dicho en su declaración, fue tan oscura que no se podía ver ni la mano de uno mismo delante de la cara. «Fue muy sencillo, su Señoría», le respondió, «con el destello que se produjo cuando me golpeó en el ojo, reconocí fácilmente el malvado rostro del acusado». Esto creó una feroz discusión en los periódicos, que llegó a plantear si los ojos de los gatos podrían irradiar luz, por lo que Johannes Müller, que entonces era profesor de fisiología y anatomía comparada en Berlín, fue requerido como experto y realizó al efecto una serie de experimentos en el ojo y en el oído que le llevaron a formular, en 1826, su doctrina de las «Energías Nerviosas Específicas». Müller observó que el tipo de sensación, su calidad, dependía más del nervio específico excitado que de la naturaleza del estímulo, por lo que en el caso del ojo, concretamente, siempre se produce una experiencia visual tanto cuando el ojo es estimulado con luz como mecánicamente. Tal especificidad de las células y fibras nerviosas sensoriales— ha sido, desde entonces,  uno de los principios esenciales de la fisiología sensorial.


Yngve Zotterman, Introduction. En: Ainsley Iggo, Somatosensory System. Handbook of Sensory Physiology, Vol II. Heidelberg: Springer-Verlag; 1973. Pág. 1.


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